Un fuego como el mar son 5 años de poemas sueltos, a veces perdidos entre cuadernos y miles de hojas escondidas en mi habitación que, en El Laboratorio, se transformaron en libro. 

Hablo de una verdadera transformación porque no se trata de una lista de poemas: trabajé a conciencia en una estructura coherente que más de una vez necesitó de textos nuevos que fungen de lazos. 

A veces, estos se transforman en máquinas del tiempo que me trasladan a ciertos rincones de mi memoria aquí retratados, como fotos, páginas de diario y confesiones varias de la vida cotidiana. 

En principio se trata de textos de amor, desamor y los delirios que degeneran el camino en un entorno conservador.
Hay crisis romántica, pero también social y política, que empujan por ser escritas ante el miedo al olvido.

La nostalgia es el precio de los buenos momentos.

un fuego como el mar


En el colegio nos miraban miedosos

No se podían defender de nosotras

Mi dispiace, dicevano

“No se acerquen mucho”

“No entren al baño juntas”

“No le digan a nadie”


Tuvieron miedo de nuestra imagen:

De que nos besemos en la calle

Con el uniforme puesto.

Su horror lo convirtió en una cárcel de sentimientos,

una masacre de sensibilidad,

una ventana negra en nuestro

salón de fotografía cerrado con llave;

un baño en el cuarto piso los miércoles

a las seis de la mañana

donde tuvimos sexo.


Nosotras violamos el colegio

Pero no más de lo que nos violó a nosotras.


Odié a los psicólogos

A los auxiliares

A los profesores.

Ojalá me vean en la ciudad de la mano de mi novia

Y se den cuenta de que no pudieron doblegarnos.

Ojalá me juzguen, ojalá se sulfuren

Sabiendo que nosotras nos ganamos la una a la otra

                                         Y ellos solo tuvieron miedo





¿Por qué no terminas de escribir la tesis?

Una respuesta a la infame pregunta de mi asesor.

Es difícil saber cuándo el poema está terminado, o cuándo ya hiciste suficientes entrevistas en tu trabajo de campo. A veces, no se puede advertir la pincelada final.

Aquel beso en la estación de la línea azul del metro, ¿habrá sido el último?

Quisiera recordar la vez en que mi padre me regresó al piso después de cargarme, y nunca más me volvió a levantar.

Tipograficamente decir que es un correo




Las aguas de mis mares

son plateadas

a las cinco de la tarde,

son de plata fundida

reflejada por el sol

antes de su despedida

el cielo es morado

fucsia

rosado

rojo

amarillo

naranja

la isla es inmensa

monumental

poderosa

intocable,

e intangible por ley.

Yo soy pequeña

yo soy un niño triste,

soy una taza sin café,

un corazón de pájaro

sin alas

solo a veces,

cuando te miro,

también me siento

cielo

isla

mar



Ni el Estado-nación

Ni las arenas

o los profetas del odio

Ni el estudio

del imaginario social

o colectivo

Ni la dependencia

del camino

o la teoría de juegos

o la herencia colonial

o la reforma fallida

trunca

pisoteada

de cada década

terminan de explicarme

este dolor

emulsionado desde sentires

inconjugables

y compartido

solo en el paro

y en la movilización

Ni las arenas

o los profetas del odio

Ni el estudio

del imaginario social

o colectivo

Ni la dependencia

del camino

o la teoría de juegos

o la herencia colonial

o la reforma fallida

trunca

pisoteada

de cada década

terminan de explicarme

este dolor

emulsionado desde sentires

inconjugables

y compartido

solo en el paro

y en la movilización